Erbarme dich

La traición y la culpa en la más bella forma
 
El único contacto que tengo con las personas, de manera casi diaria, que se sale de la seguridad de mi hogar o de mi consulta, es durante los ensayos y tras ellos, indefectiblemente, llego a casa con la cabeza llena de emociones, ideas o terrores.
Hoy he estado dándole vueltas a quién soy yo para la gente que me conoce o, mejor dicho, para la gente que me ha conocido.
Esto tiene que ver mucho con estos contactos con el resto de la humanidad, y es que se producen en situaciones controladas en las que desempeño un rol claro y que tienen una finalidad, ya sea desarrollar una intervención terapéutica con un paciente, montar una obra de teatro o preparar un concierto. Sea como sea, salgo de casa solo si tengo que hacer algo, y he aquí la idea que me está rondando durante toda esta noche.
Para los que se encuentran entonces conmigo, soy un psicólogo -en el sentido amplio de la palabra-, un director -en el mismo sentido-, un consejero, un escritor, una ayuda, un chófer, un compositor, un ideólogo, un sindicalista, un guía espiritual o un lector, entre otras.
Curiosamente, nunca un amigo.
A mi alrededor, con esa insistencia que tiene el mundo con no dejar de girar a pesar de mi quietud, se van celebrando cumpleaños, cenas de año nuevo, bodas, salidas de marcha, cafés para charlar, encuentros furtivos...
En ninguno de ellos soy requerido y, si acaso acabo en alguno, siempre es en calidad de algo, sobre todo de alguna de las funciones que les he descrito.
Tal vez esa sea la razón por la que me dedico a la música, al teatro, a la escritura o a la psicología, para poder participar en el juego humano y sentirme, si no invitado, al menos pieza de un instante de cooperación.
A todo eso ayuda, desde luego, el hecho de que no conservo amigos.
Echando la vista atrás, ni uno del colegio, tampoco del instituto, ni de la orquesta en la que me crié, ni de la universidad, ni del doctorado, ni de cuando daba clases en la universidad, ni de los grupos de teatro anteriores, ni de los grupos de música. No conservo amigos porque quemo los puentes a una velocidad de vértigo.
Antes aseguraba que no quería conservarlos. Ahora, simplemente, reconozco que ya no sé cómo hacerlo. Finalmente se han mezclado los dos motivos.
Quizá las dos únicas personas que me consideran su amigo -en los términos en los que yo contemplo ese vocablo- lo son por su propia insistencia, por construir puentes hacia mí mucho más rápido de lo que yo los voy quemando ya sea a base de distancia, cambio o, sobre todo, silencio.

Espero que, al menos, la gente venga al próximo estreno o lea lo que escribo si se publica algún día con el formato que a mí me guste. Será un sustituto, claro, pero ya me he acostumbrado a que eso sea suficiente para, al menos, ir tirando y tiritar menos estas noches.

Música: J.S. Bach - Erbarme dich, de La pasión según San Mateo

11 comentarios:

nazapank dijo...

Tu comentario me ha hecho llegar a otra solución: el hielo. Probaré cuando cambie el tiempo. Y que cambie pronto.
No estoy de acuerdo con tus reflexiones en este post, y he pensado irremediablemente en nuestra amiga Rocío, a la que se le partiría el alma si lo leyese. Porque ambos sabemos que no se incluiría en quizá las dos únicas personas (aunque lo es y mucho).

Juan Pablo Herencia dijo...

No esperaba menos: yo propongo fuego y humo, tú hielo y charco.

Me gustaría hacer hincapié en la frase "en los términos en los que yo contemplo ese vocablo [amigo]", que puede que sean algo distintos a los que se le puede aplicar a Rocío. Que la quiero, a rabiar, como a prácticamente la totalidad de la gente que me rodea en algún momento del día, pero si se mantiene sigue siendo por su insistencia a pesar de mi dejadez.

La sensación de no tener amigos es como la de ser pobre. Es independiente de lo que marque un contador, simplemente es el tránsito en el que caes al llegar la noche -en su sentido amplio- y que se resuelve, si es que se resuelve, dando como fruto la conclusión que he intentado escribir.

El Cinéfilo Ignorante dijo...

No es nada fácil conservar amigos. No es nada fácil tratarlos como ellos quieren que se les trate sin que se den cuenta de que uno lo trata de esa forma. No; no es manipulación.

Uno en su humildad espera estar en ese teóricamente corto número de amigos. Es verdad que estar sin amigos es sentirse algo así como huérfano.

Es curioso lo que dices de ser requerido en calidad de algo. ¿No es inveitable a veces? Se puede ser amigo y, a la vez, electricista de tu amigo.

"Un amigo es alguien que te conoce muy bien y que, sin embargo, quiere seguir siendo tu amigo".

Juan Pablo Herencia dijo...

Totalmente de acuerdo contigo, Polo, en que se puede ser electricista de un amigo, incluso psicólogo de un amigo, pero otra cosa es cuando esa relación se deteriora hasta convertirse siempre, sin excepción, en el saco de penas de alguien y no se pasa ya, jamás, de ese utilitarismo o de ser parte del dudoso parnaso de los roles simbólicos para alguien.

Efectivamente, te cuento, orgulloso, entre mi reducidísimo número de amigos. Si no te cuento a tí, ¿a quién entonces?

Todos llevamos cierta orfandad dentro, y a cada uno le toca un tipo. Creo que la mía es esta que describes, tal vez no con padres muertos, pero con padres más o menos lejanos y poco numerosos (ya ves, para padres solo requerimos dos e incluso uno y para amigos...)

Muy buena frase la final. No dudes en referir autores.

Maite dijo...

Juan Pablo, he necesitado mucho tiempo, no ha sido nada fácil. Pero yo te conozco bien y te guardo un lugar con toda fidelidad, porque en realidad tampoco puedo cambiarlo. No puede haber opiniones, información, revaluación que sirva para esto. Yo no te veo como nada, tampoco como amigo, te veo como tu eres, más allá de tu mente o tus entradas en el blog, o lo que puedas hacer o no hacer. Y quiero seguir viendo lo que eres sea ahora o sea dentro de 1000 años.

Maite

Juan Pablo Herencia dijo...

Es una lástima que cada vez vaya cambiando, poco a poco, como fragua una construcción, y todavía haya gente que se precipita y cree saber el fin al que supone que debe tender ese proceso.
En la mayoría de los momentos, me entristece tremendamente que nadie me conozca realmente, pero en otras ocasiones, casi me alegro, porque así puedo estar tranquilo de que, invariablemente, decepcionaré, sorprenderé o daré un volantazo en el último momento que nadie se espera.
He aprendido que no soy nada, y solo ahora me doy cuenta de que eso es lo mejor que me puede ocurrir. Esa es la forma más sincera que tengo de ser libre y, más que nada en el mundo, eso es lo que me apetece.
Claro que eso lo digo hoy. Mañana volveré a entristecerme porque nadie llega a conocerme, pero seguro que pasado volveré a sentirme orgulloso de que ser yo significa ser solo yo y que eso no tiene precio (salvo el que pago a diario).

Maite dijo...

quizá sea en eso en lo que más nos parezcamos, el hilo que nos identifica. yo no había pensado como tú o no verbalmente en esa libertad, o quizá sí, pero es como dices. he leido con el corazón en un puño tu respuesta. no sé bien si has querido hablarme. por mi parte vuelvo a mi silencio, al lago donde te espero. no vás a decepcionarme más,no voy a ir y venir más, ya te lo he dicho. recuerdo muy bien lo que me dijiste en granada, que tu me conocias y yo te conocia y la profundidad que ello trae consigo. hay alguna flor que nunca cambia. quizá la flor de mi miedo y el tuyo. y otras que no alcanzamos a comprender.

Maite

Maria dijo...

Pues yo creo que todo es relativo, y que si eres tan destructivo con esos puentes tendrá su justificación. No solo tienes dos amigos, yo te conozco unos pocos más. Aún así, y en todo caso, eres tu quién decide quemar los puentes.

Tengo ganas de que llegue el jueves. Jum.

acriflor dijo...

Te vi anoche en el Jazz Café.
Me gustaron mucho tus versos.

Un beso.

María.

Juan Pablo Herencia dijo...

María: eso de que conoces a más de dos de mis amigos... lo dudo, pero entramos de nuevo en el tema qué considero amigo. Que tenga una buena relación con la gente (si no te metes con los demás no es difícil) no significa que pueda considerarme como integrado en sus vidas en un grado significativo.
Los puentes se queman por cambios estructurales en la propia vida, pero también por desidia y pereza.

Lamento no poder ir a verte el viernes leer, pero sigo enfermo.

Juan Pablo Herencia dijo...

María Mercromina (me encanta el nombre): Esta es una de las alegrías extrañas que aporta, muy de cuando en cuando, la red. No sé quién eres pero muchísimas gracias, tanto por asistir como por soportar mis delirios febriles. Al menos estuvieron acompañados de los diseños de Nazaret, y eso ya salva la noche.
Prometo publicar los poemas en este mismo blog con cada uno de los diseños correspondientes. Teniendo en cueta que dejé de escribir poesía hace un tiempo, la llamada de la gente de Cosmopoética bien valió que retomara el oficio.