Cesión a la pierna

Nadie ama al martillo.

Mientras abraces con fe, se te abrirán los visillos
pero no las puertas.

Nadie ama al martillo.
Fascina el centelleo de las chispas
que saltan del golpe contra la piedra
pero nadie ama al martillo.

Nadie, absolutamente nadie,
ama al martillo o, al menos,
no mientras se esté endureciendo poco a poco y no haya podido
demostrar su valía
-que se le de nombre
en estos días
es más importante que serlo-.

Hay una vieja galesa
-setenta años y salta al potro
atlética, ¿cómo si no?-
que me golpea con indiferencia y me sonríe
en las fotos
y me llama al zazen
ajusta mi montura
confía en mí
y me dice en silencio:
nadie nos ama, a los martillos,
pero no podemos ser otra cosa
que herramienta tosca, brutal, ciega
pero con los nervios a flor
en las piernas
y el centro de gravedad
cada vez más bajo
.

Y yo la creo
y me da un frío terrible saber
que me faltan cincuenta años o más
-o puede que nunca-
para recibir abrazo
de aquellos que hoy me recuerdan
que nadie ama al martillo.

14 comentarios:

Roki. dijo...

Buenas. Hace un tiempecillo que no doy un paseo por tu blog. Hoy al entrar en él, me he quedado estupefacta al ver la nueva foto que lo preside. Me ha encantado. Tiene múltiples lecturas. Cada cuál que se quede con la que quiera.
Por cierto, una profesora de inglés que tuve, un día me llamó "martillo". "Nadie ama al martillo...".
Lo dicho, fotaca, campeón. Un abrazo.

Juan Pablo Herencia dijo...

El perro es Lukanikos, un símbolo vivo de la resistencia anarquista en Grecia.

Esta semana y este fin de semana han sido iluminadores al 100%.

Juan Pablo Herencia dijo...

Muchísimas gracias por el comentario, Roki. Espero verte constantemente por aquí, por allá, por allí...

Roki. dijo...

¡Ya conocía a "Luka" y sus hazañas!, pero sólo de oídas. No le había puesto cara.
¡Grande Luka! Cada día me sorprenden más los animales y menos los que, se supone, estamos más evolucionados.

Maite dijo...

Cuando el martillo destroza algo, ese algo ya no puede amar, ese algo a partir de entonces sólo golpea, golpea con más fuerza que el martillo que lo golpeó.

Juan Pablo Herencia dijo...

Cuando se necesita el golpe, se nos llama. Cuando se recibe el golpe, se nos repudia. ¿Qué esperas?

Maite dijo...

Yo te quiero no te preocupes

Juan Pablo Herencia dijo...

Nadie. Nadie ama al martillo. Eso sí, desde lejos se lo ve tan útil y necesario...

anonimoaveces dijo...

Sabia entrada de un sabio... cómo no.

Tengo que retomar mi blog... y lo más importante los de los demás.

anonimoaveces dijo...

¡Larga vida a Lukanicos!

Maite dijo...

Pero tu no eres un martillo del todo, eres una herramienta muy completa. : )

Juan Pablo Herencia dijo...

anonimoaveces, bienvenido de nuevo.

Gracias por el comentario, aunque eso de sabio... cada vez más consciente, pero me queda la tira para ser sabio (eso sí, el camino lo estoy haciendo).
Efectivamente, a ver si te re-animas con el blog.

¿Ves? Hasta los perretes pueden ser revolucionarios.
Un abrazo.

Juan Pablo Herencia dijo...

Maite Montaña: todos tenemos una herramienta multiusos en nuestros corazones, lo que pasa es que unos somos más martillo que otros. El riesgo ahí es que se le coja coraje al martillo y que nos caguemos en su madre cuando nos golpeamos el dedo con él clavando un clavo.
Curiosamente, uno es quien quiere clavar el clavo, uno es quien usa el martillo para ello, uno es quien se golpea en el dedo... y las culpas para la herramienta.

De todos modos, ¿se tiene más opción de ser que lo que uno es? Ni me gusta ni me disgusta, soy y andando. El gusto de los demás cada vez me va importando menos. Es tan variable e insustancial...

Maite dijo...

Tu le que quieres es llevarme la contra : ). No quería animarte, solo saludarte. Un abrazo que se poco de ti últimamente.