Algunas ideas sobre el vestuario

Ya nos hemos puesto manos a la obra para montar "El arquitecto y el emperador de Asiria", de Fernando Arrabal.
Iré publicando mis notas al montaje por si le son útiles a alguien.

Comienzo con el vestuario.

Aunque son roles distintos, no quiero establecer una diferencia antagónica entre las vestimentas de los dos personajes ya que, al igual que en el diseño de cada uno de ellos como trabajo de actores, ya desde un principio uno tiene parte del otro.

No son "el bien y el mal" ni se trata de un dualismo ramplón. La Creación de Dios es imperfecta, como él mismo, y tanto el hombre primigenio que es el arquitecto como el alienado y esquizoide fruto de la cultura de su tiempo o nuestro tiempo, que es el emperador, tienen algo de puro e impuro conviviendo.

Emperador: vestuario variado y barroco de hoy antiguo.

Es fruto de su tiempo y, como tal, viste de su época, pero con el barroquismo propio tanto de un emperador absoluto como del lastre que carga la sociedad actual llena de artículos innecesarios, que deforma imágenes a base de tratar de formarlas una sobre otra. Cuando se produce la ruptura del hombre que es el emperador, ocurre como con los carteles de propaganda. Son "perfectos" en el diseño inicial, constituyen una imagen que es mera apariencia pero con la sensación de ser cerrada, completa. Se nos impone (y adoptamos más o menos gustosos) un cartel sobre otro, sin resolver el anterior, sin eliminar el anterior, y el peso, el tiempo y la naturaleza (viento, lluvia, calor, fricción, movimiento, pulsiones, deseos...) acaban por deformarlos, convertirlos en algo orgánico, alejados de la supuesta perfección que pretendían aquellos que los crearon en un despacho y con una máquina. Finalmente, se desgarran, se rompen, y se ven unos debajo de los otros como una masa de papel, cartón, cola y pintura amorfa.
Se rompen, como las capas de estupidez humana prefabricada que cubrieron al emperador antes de serlo (rol de madre, trabajo, matrimonio), por acción de lo brutal e instintivo (violación o asesinato) y lo que queda es ese disfraz de emperador.

Arquitecto: cubre sus desnudeces con una piel de animal.

Planteo al arquitecto como Adán, el hombre primigenio, y Arrabal expresa que cubre sus desnudeces. Es el Adán post-expulsión del paraíso, impuro ya y con deseo de sublimarse, con tendencia a la banalidad (pide al emperador que lo instruya en la galería de imágenes banales que este aporta, quiere transformarse en él).
La primera forma de cubrirse habría sido vegetal, por no suponer esfuerzo el conseguir esa cobertura.
El hecho de que sea piel de animal reflejaría un paso posterior aún más impuro. Se correspondería con un paso más en la escalada/descenso espiral hacia la civilización (ya estaría abierta la caja de Pandora, la puerta que espera, anhelante, la llegada del emperador).

1 comentario:

Anónimo dijo...

Gracias por esos apuntes, intentaré leer la obra lo antes posible. Besos y dame alguna señal, que estoy preocupada.

Petra.