Ropa de abrigo

Para lo que hemos quedado...

Para oler la carne de los propios costados,
resucitar espinas y acurrucarse
en el breve calor de lo antiguo y lo yermo.

Para que nos llamen cobardes
y albergar un profundo silencio encontrado
a eones de donde habitas.

Para encontrar el pico de la montaña
con forma del propio culo,
donde el aire es más limpio
pero más fino
y se necesita más esfuerzo
para quedarse y no volver
y no contar y no arruinar
al resto la dulce y terrible 
sorpresa.