Deus ex machina

Un medio de fino del que me regala mi padre.
Buen tabaco en mi pipa (Savinelli) cortado por los Amish.
Vodka helado según la receta de Mendeleev.
Arroz con verduras del huerto de mi suegro con pimentón de la Vera. Bien reposado.
Un libro recién comprado de Jesús Ferrero o de Mário de Sá-Carneiro (ese olor a libro).
Una película de Lynch o de Sokúrov.
Una sonata para violoncello de Bach o un disco de Ben Frost escuchado por unos cascos Sennheiser.
Una tarde de vino y conversación con los amigos (bueno, desde pequeño, sobre todo, las amigas, ahora de todo un poco).
Un paseo en bici con el viento a favor.
El apoyo incondicional de mi pareja.
Té blanco sin azúcar.
Un correo electrónico de una paciente dando las gracias, diciendo que entiende el proceso y que está mejor.
El buen sexo (y sigo sin encontrar el malo).
Un paseo a caballo en sintonía con el animal.
Veinte minutos de zazen que acaban con una sonrisa...

Sergio Mora - Tu placer es mi placer
No, está claro que no necesito a dios para nada.